"...Mas tal embriaguez es en vano. El corazón, impotente para resistir, desfallece de nuevo para consumirse en el deseo inasequible, pues que todo deseo logrado es el germen de otro mas ávido, hasta que en el postrer decaimiento alborea en el alma desgarrada el presentimiento del deleite supremo: la delicia de la muerte y del no-ser, la definitiva redención, sólo lograda en el maravilloso reino del que nos alejamos, cuanto mas y con mas impetuosa fuerza nos obstinamos en penetrarlo.. ¿Llamaremos a eso morir? ¿O es mas bien aquel oscuro mundo del misterio del cual surgieron una hiedra y una vid estrechamente entrelazadas sobre la sepultura de Iseo y Tristán, como la leyenda nos cuenta?..."