"...Mas tal embriaguez es en vano. El corazón, impotente para resistir, desfallece de nuevo para consumirse en el deseo inasequible, pues que todo deseo logrado es el germen de otro mas ávido, hasta que en el postrer decaimiento alborea en el alma desgarrada el presentimiento del deleite supremo: la delicia de la muerte y del no-ser, la definitiva redención, sólo lograda en el maravilloso reino del que nos alejamos, cuanto mas y con mas impetuosa fuerza nos obstinamos en penetrarlo.. ¿Llamaremos a eso morir? ¿O es mas bien aquel oscuro mundo del misterio del cual surgieron una hiedra y una vid estrechamente entrelazadas sobre la sepultura de Iseo y Tristán, como la leyenda nos cuenta?..."
Hola Susana: yo ya he abandonado este blog. Pero a veces me paso por si ponéis cosas y te he leído. La historia de Tristán e Iseo es maravillosa, de esa historia, que son muchas historias entrelazadas, escogimos el nombre de nuestro segundo hijo. La literatura tiene estas cosas y leer y ser persona-libro o simplemente persona (de verdad, sin dobleces), es algo que debe honrarnos en esta época tan desorientada en las que nos ha tocado vivir.
ResponderEliminarEn fin, espero que todo te vaya muy bien, un abrazo sincero a ti y tus compañeras de piso... Para lo que queráis, contad conmigo.
Susana, me ha encantado el texto, y leerlo hoy más. Un beso enorme, prontito nos vemos.
ResponderEliminarEsto fue parte de nosotros mismos y por eso hoy tenemos la necesidad de volver a entrar aquí.